Seguro que ya les conté acerca de la vez que me fui de paseo por Liebana, a una casa rural en Liebana específicamente. Antes de ir allí, mi cara habitual era (fuera de borma) como la de un zombie, al igual que mi comportamiento, estaba totalmente falto de vitalidad y necesitaba urgentemente un descanso, lo cual haría a la brevedad.
No sé si ya les describí lo tranquilo que era el lugar, era perfecto. Necesitaba toda esa tranquilidad, alejada del caos citadino que me consumía día tras día sin cesar. Uno podía sentarse a disfrutar del paisake escuchando un disco con los auriculares, y trasladarse así a lugares a los que solo se llegan con la imaginación.
No solo pude descansar y renovar las energías que había perdido durante todo el año laboral, sino que también aproveché para hacer un poco de turismo rural en Cantabria, paseando todo el día por los senderos de la zona, disfrutando así de todo el paisaje que tenía el lugar para ofrecer.
Estos días en los que estoy trabajando como siempre, no pasa un momento en los que no me pierda fantaseando acerca de la vez que me fui a ese lugar, pierdo algunos minutos al día pensando en si debería volver, y si lo hago ésta vez iría acompañado.
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